miércoles, 12 de diciembre de 2018

Esbozos de la historia del Museo Hospital de Clínicas - Entrevista a Teresita González

En el post anterior, el Profesor Addario nos contaba sobre los inicios del proyecto del Museo Hospital de Clínicas: cómo surgió la idea, cuáles fueron sus inspiraciones, la ayuda que recibió.
Un gran proyecto lleva años en concretarse, y en el paso del tiempo son muchas las personas que se involucran y que aportan con su granito de arena. 
Este es el caso de la Dra. Teresita González, bioquímica de formación, y quien actualmente ocupa el cargo de Directora Interina del Museo Hospital de Clínicas, siendo sucesora del creador, el Prof. Salvador Addario Bentrón. 
Aquí nos comenta un poco sobre su participación en la creación del Museo Hospital de Clínicas*

"La historia comienza más o menos en el 2008. Conocí al Prof. Addario, él ya tenía su museo de la primera cátedra; y a él le contaron que yo estaba haciendo un ensayo documental a través de fotografías del Hospital de Clínicas.
Entonces él se acercó a la tercera cátedra, al departamento de hematología, donde yo prestaba mis servicios como bioquímica. Yo le dije que, ciertamente, estaba haciendo fotografías, y me preguntó si esas fotografías se podrían donar al museo, y le dije que sí, que cuando esté terminado el ensayo  volveríamos a hablar. Incluso mencionó una posible compra, que se pagaría para que forme parte del Museo, a lo que respondí que simplemente donaría las fotos. Fue así que me enteré que él estaba en un proyecto de Museo del Hospital de Clínicas.
Pasado el tiempo tuvimos una entrevista, porque a él le prometieron que contaría con un lugar más grande para la puesta en escena. Por entonces, el Hospital aun funcionaba en el predio de Sajonia. Fue allá por el 2010 más o menos que conocí a la arquitecta Cristina, quien estaba ayudando al profe con el proyecto de un futuro museo, un museo bien armado, ordenado, con fichas técnicas; y ella me dijo que yo podría trabajar para el museo por mis conocimientos de fotografía, inclusive, me explicó cómo se deben quitar las fotografías de un objeto que pertenece a la colección de un museo, cómo se hacen las fichas. Y a mí me encantó todo lo que ella conocía.
La historia, sin embargo, quedó en stand by, porque había nada en concreto;  cuando le veía al profe, con quien nos cruzábamos alguna que otra vez, le decía “profe, ¿y después? ¿y tu museo?”, y me decía “aun no dieron un lugar más grande”. Hasta que, en el 2012, la mudanza del Hospital de Clínicas a la ciudad de San Lorenzo era inminente.
Entonces, como yo seguía sacando fotos, me paseaba por todos los rincones después de mi horario de trabajo, que era hasta las 10:00am; era un horario repartido en 5 días en 3 horas. Con mi guardapolvo de bioquímica y mi cámara yo ya tenía permiso. Continuaba con pasión, inclusive durante la mudanza registré cómo alzaban las cosas. A veces también me hacía escapadas cuando el registro era urgente, por ejemplo, me decían “ahora se están mudando y quitando los colchones de tal parte”, entonces corría yo a toda velocidad para registrar ese momento.
En una ocasión cuando se mudaba  una de las últimas cátedras, la de la sala X, me cruzo otra vez con el profe, y me dice “a vos te quería encontrar, estoy camino a una reunión  con el decano, puesto que ahora me piensan dar más lugar para la puesta en escena del Museo, porque todo esto –refiriéndose al recinto- quedará abandonado”, y me pregunta “si es que querés ir al museo ¿dejarías la bioquímica?” y le dije yo “por qué profe?”  Porque yo pensaba que podría trabajar de las dos cosas, y me dijo “porque  es seguro que no hay rubro para esto, vas a tener que trasladarte con tu rubro de bioquímica”.
Al regresar al departamento de hematología y terminar mis labores del día le pregunté a mi jefa si accedería a darme el traslado al Museo, y me dijo “puede ser, Tere, pero mirá que nosotros te necesitamos ¿vos en verdad querés ir?” Era claro que yo quería ir.
Al día siguiente el profesor me da la buena noticia de que la ex sala IV pasaría a ser espacio para la puesta del Museo. En el 2012 el Hospital se mudó totalmente, el Profesor me llama y solicita mi traslado, que contaba con el Visto Bueno del decano, quien además crearía la dependencia “Museo”.
Dejé el departamento de hematología y la bioquímica, y me aboqué en hacer todo lo concerniente a gestión cultural para el nuevo Museo. Yo conocía sobre gestión gracias a mis grupos de fotografía, ya que en ellos había gestionado visitas desde el extranjero, contaba con contactos en muchos grupos de artistas, de fotógrafos y de centros culturales, de empresas que apoyan eventos. Pensé que todo esto podría ayudar al Profe a concretar su sueño del Museo.


Fotografía de Teresita González, extraída de 
http://www.portalguarani.com/3297_teresita_noemi_gonzalez.html


¿Cómo fue para que se contacte con el banco ITAU?
Y, la verdad que fue una suerte del destino. Porque yo en ese tiempo trabajaba con un fotógrafo que era contratado por ITAU, él no querrá que de a luz su nombre, pero me pasó el contacto de la persona que estaba en marketing, y me dijo “escribile a esta señora y pedile una entrevista”
Así lo hicimos, concretamos una entrevista y me acompañó Mariluz Martin por parte del Hospital, y de allí nos derivaron a la Fundación ITAU, donde tuvimos una reunión con Liz Cramer. Ella tuvo un feeling total con el proyecto, le gustó de entrada. En la primera entrevista ya dijo que SÍ.
Era un proyecto lindo, un proyecto social que beneficiaría a muchas personas, tenía todas las de ganar, porque la comunidad aledaña al ex predio del Hospital es en cierta forma carenciada y se vio desprovista del mismo; entonces, este proyecto vendría más o menos a llenar un hueco, no del todo, pero al menos no se sentirían tan abandonados porque la verdad, así estaba, abandonado. Liz dijo que tendría muy buen impacto social, y que ITAU favorece a los proyectos que tienen este tipo de impacto.
“Como Fundación no podremos dar el monto total necesario para cumplir el proyecto. Contactaré con un museólogo que realizará el presupuesto, y en base a lo que él presente veremos en qué porcentaje nuestra ayuda podrá ser brindada. Tal vez el resto pueda ser colaboración de la Facultad de Ciencias Médicas” fue lo que nos dijo Liz. Y así pasó. Hablamos con el museólogo Luis Lataza, quien recorrió el sitio y vio los objetos con los que contábamos. Vio todo lo que se podía reciclar, como muebles viejos , puertas, pedazos de madera y calculó todo lo que tenía que hacer, pintura, y puesta en escena. Él le llamó puesta en escena a revalorizar el objeto con ciertos soportes o escribir la historia en infografías rápidas de leer, con fotos atractivas, y poner también cosas como escritorio, radios viejas, camas viejas, poner en un contexto que sea agradable a la vista, que invite a conocer, a leer.
La mayoría de los objetos estaban en el Hospital abandonado, el desafío era rescatar esos objetos de los lugares donde estaban encerrados, como por ejemplo las cialíticas, que se encontraban en el área de cirugía. Las camillas estaban en el área de  radiología, por más que una camilla de cirugía sirve para acostar a alguien que tendrá rayos x, algunas estaban allí también, la mayoría de las camas estaban en esta cátedra, en la cuarta. En sala X había un montón de objetos, máquinas de escribir viejas; en banco de sangre había un espectrofotómetro, había microscopios, aparatos para mezclar la sangre, muchísimas cosas que estaban en desuso. Estaban todas tiradas por el piso o abandonadas en las mesas. La mudanza consistió en irse con lo que servía, y dejar atrás todo lo que no servía.

¿Y esa búsqueda de objetos, la hacían ustedes?
Sí, los primeros cuatro meses, mucho antes de hablar con ITAU, estuvimos en una oficinita muy pequeña en el área de recursos humanos, y desde ahí salíamos a juntar objetos de  lugares que no tenían llave y que podían servir al museo. Los llevábamos a un depósito  que estaba en el área de la ex maternidad, y de tanto en tanto Karina y Luz, ambas funcionarias del futuro Museo, le pasaban un trapo a los objetos para que no se le acumule tanto polvo. Esos meses fueron muy duros porque este lugar estaba en abandono, sucio, siquiera una escoba pasaba por el hospital.
Cuando pasamos a sala IV, a finales del 2013, es cuando se empieza a ver la cuestión con ITAU.
Por lo menos ya teníamos las cosas ordenadas dentro de la sala IV, pero ordenadas sin ningún conocimiento museográfico, solamente con los objetos puestos en fila: las mesas, las sillas, los aparatos de toma de presión, el aparato que es para reanimación. Estaban todos puestos en mesas y sacudidos.

¿Cómo impacta este espacio actualmente?
Este espacio tiene muchísimas posibilidades, no solamente en cuanto al conocimiento de la historia, sino posibilidades educativas, culturales. También puede ser un espacio de arte contemporáneo, aunque hagan falta recursos.
Creo que es mucho lo que logró el Museo, desde su apertura en el 2014. Los médicos y médicas, enfermeras y enfermeros, y funcionarios en general, se están involucrando con el lugar, vienen a realizar sus festejos de aniversario de promoción, por ejemplo, se empoderan de su propia historia. Dicen “¡pucha, sí que es mucho lo que hicimos!”.

¿Podría decirse que activa la memoria?
Sí, activa la memoria, y activa esa parte que necesita el paraguayo: empoderarse de su historia para sentirse bien, no para sentirse mal, sino para fomentar su autoestima, que es lo que necesita nuestro pueblo.
Yo creo que todo el trabajo que se hizo acá fue muy bueno, de todas las personas, como por ejemplo de Luz Fretes, quien ayudó muchísimo siendo nuestra auxiliar; también Karina Elmo, con todo lo que era recolección de objetos y su cuidado; y mi parte, por supuesto, que era ayudarle a ellos. Por entonces lo que hacía era buscar los recursos, y bueno, justo se dio la oportunidad de trabajar con ITAU, porque se consultaron otros lugares pero no llegamos a concretarlos.

Así también la valiosa labor de Luis Lataza, quien puso todo su empeño en usar los recursos con los que ya contábamos, y poner en valor de la mejor manera los objetos, y que sean estos mismos quienes cuenten la historia. 


*El texto aquí trascrito forma parte de una entrevista realizada por Lisa Di Benedetto a la Dra. Teresita González en octubre del 2018.

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